
Luis Enrique Martínez nunca ha sido un personaje fácil y como los demás.
Casi nunca políticamente correcto, el que fue jugador de Real Madrid y Fc Barcelona se ha distinguido siempre por su carácter peleón y luchador, además de por sus enormes ganas de triunfar a toda costa. Ahora que la selección española busca cambiar de rumbo y de resultados, ha sido él el elegido en tomar las riendas del equipo nacional, en el que se mezclan fenómenos de varios clubes que, sin embargo, no han acabado de cuajar y encontrar el equilibrio. Pese a que la gran época dorada del fútbol español no está muy lejos en el tiempo, en los últimos tres torneos internacionales la Roja no ha conseguido nunca ir más allá de octavos de finales o, incluso, ha sido eliminada en fase de grupos en el mundial de 2014. El fracaso de la expedición rusa en la última cita mundialista ha sido el detonante de una crisis que ha obligado la Federación a apostar por Lucho, un técnico que no tiene pelos en la lengua y mira a todos en la cara y por igual.
Con un currículum ya muy importante y hecho de victorias con el Fc Barcelona, Luis Enrique llega ahora a la selección como el que necesita sacar al equipo de la obsesión por la pelota, como hizo con el conjunto blaugrana hace unos años. Las polémicas sobre su elección han sido varias, ya que para muchos su carácter no es exactamente el de un seleccionador que trabaja en el campo pocas semanas en todo el año. El carácter tozudo del asturiano, sin embargo, es una de las características que han hecho que el presidente de la Federación Luis Rubiales lo eligiera para cambiar el rumbo de la selección española. Pese a que algún que otro jugador, como por ejemplo Jordi Alba, pueda sentirse más arrinconado tras su llegada, las victorias conseguidas con el Barcelona y su manera de llevar un vestuario con la firmeza adecuada es una de las bazas para llevar adelante al equipo. Con la Eurocopa 2020 en el punto de mira, España necesita encontrar un nuevo equilibrio entre los jóvenes que están subiendo peldaños, como por ejemplo Asensio, y la vieja guardia que no quiere dejar su lugar, como es el caso del capitán Sergio Ramos.
Lo que queda claro es que Luis Enrique no se dejará influenciar por rumores y conjeturas externas. Como bien ha querido subrayar en su primera rueda de prensa como seleccionador, él no tiene problemas con ningún jugador y no ve la hora de dar su primera lista en la que, como dijo "seguramente habrá alguna sorpresa". Su intención no es la de llevar a cabo una revolución sino una "evolución", para que finalmente España tome el rumbo que necesita para volver a ser el equipo que deslumbraba y ganaba dando espectáculo. Tal vez sin tanto dominio del balón, pero con más concreción.
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